jueves, 1 de septiembre de 2011

EL RETORNO DE QUETZALCOATL. HABLANDO DEL 2012

  
  

 
 La próxima aparición de Venus frente al Sol, después de 129.5 años,
 ocurrirá el 5 de Junio del 2012, aparición que será seguida de un eclipse
 total de sol el 13 de Noviembre del 2012 y que enmarcará el final de un
 Ciclo Cósmico que concluye el 21 de Diciembre del 2012 lo cual, según los
 Mayas, marca el fin de un ciclo completo de 25,925 años en nuestro Sistema
 Solar dando inicio a una Nueva Era y a una nueva Raza Cósmica que fue
 sembrada miles de años atrás.

 La próxima aparición de Venus coincide con el final del calendario Maya y la
 promesa del regreso de Quetzalcoatl entre los toltecas o Kukulkan entre los
 Mayas. Será esta la gran Promesa del Avatar Mesoamericano, Quetzalcoatl?.

 Me refiero a Quetzalcoaltl por ser un Avatar de nuestra cultura
 mesoamericana, pero al igual que él otros grandes Avatares en la historia
 como Jesús o El Buda, por mencionar solo algunos, nos transmitieron su
 sabiduría y la promesa de su regreso, o mejor dicho, el retorno de su
 Consciencia como una forma de preparación previa a la llegada de los tiempos
 del Retorno de la Consciencia Cristica en el hombre. Toda semilla que es
 sembrada, crece se reproduce y se transforma para dar nuevos frutos y
 continuar el ciclo de la vida en el Universo.

 Así dijo Quetzalcoatl: "Conoced experimentalmente las estrellas, sus nombres
 e influjos. Sabed cómo marcha el cielo. Conoced también la duración del año
 y de sus signos". Y es en la marcha del cielo de los astros y las
 estrellas donde encontraremos las fechas que nos anuncian la próxima
 transformación que tendrá lugar en la Consciencia de los hombres.

 La voz de todos esos grandes Avatares hoy por hoy se puede escuchar
 fuertemente en nuestro interior anunciando su próxima llegada. Callemos
 nuestra mente para que podamos escuchar esa voz que proviene desde lo más
 profundo de nuestro corazón. Tratemos de profundizar en el verdadero
 significado del Lenguaje Metafórico por medio del cual nuestros grandes
 guias nos han transmitido su Sabiduría para poder ver la luz en sus palabras
 que nos guiarán de regreso a la Tierra Prometida,

 El Retorno al Corazón.





 PRIMER APARICIÓN DE QUETZALCOATL
 (Recordemos que la última aparición de Venus frente al sol fue el 8 de Junio
 del 2004 después de 129.5 años, la siguiente será el 5 de Junio del 2012)

 Así pasó el tiempo. Transcurridos cuatro años regresó. Ya nadie lo esperaba,
 nadie pensaba en volver a verlo. De la región del misterio, de la casa del
 quetzal, del país de la abundancia regresó Aquel que enriquece al mundo.

 Caminaba como un dios por la costa de Panuco y fue reconocido por algunos
 viajeros.

 Se corrió la noticia con pregoneros, y al escucharla, muchos cayeron en
 confusión. Se decían: ¿Podrá acaso alguien regresar de entre los muertos?
 ¿Ocurrió antes algo semejante?

 Fueron enviados a su encuentro algunos oficiales. Pero él, conociendo sus
 dudas,
 apareció en su camino y les dijo: ¡No duden amigos! ¡Soy yo, el sacerdote,
 el viajero de la región de los muertos! ¡Reconózcanme! He ido delante de los
 hombres allá, donde los muchos huesos, para buscar la semilla.

 Mis enemigos se reunieron para hacerme la guerra, los hombres despreciables
 vinieron contra mí. Mucho daño me hizo esos pájaros del polvo, me
 rompieron, me quebraron, mancharon mi precioso recipiente. ¡Pero mi blanca
 bandera sacudió el polvo, arremolinó la tierra allí, en el antro de la
 penitencia!.

 Soy el guerrero, el que hace de los cielos su camino. No en vano revestí la
 insignia de oro. ¡Por mí se mueve el Sol! He regresado para abrir mi mano,
 yo, el morador de la región de las alas, el caminante solitario. En la
 muralla del campo del rigor combatí; allí alcé mi grito y alcancé mi nombre:
 defensor del hombre. Así Dijo.

 Los mensajeros quedaron atónitos y le rogaron que viniera con ellos a su
 campamento.

 LOS principales amigos de Quetzalcoatl, en cuyas manos estaba la
 responsabilidad del pueblo, no quisieron escuchar la noticia; se dijeron:
 ¿Quién es este que viene a perturbarnos? ¿Con qué autoridad ha tomado su
 nombre? Vimos su cuerpo arder en la hoguera. ¿Acaso no dijo él: "No dos
 veces se vive en la tierra"?. No se dejen confundir, hermanos. No es el
 Señor, sino un demonio, quien así viene a dividirnos.

 Aun estaban hablando, cuando Quetzalcoatl entró en su asamblea y
 preguntó: ¿Quién
 es el que murmura contra mí palabras de desconfianza? ¡Soy yo, el Señor de
 las transformaciones!. He regresado, me rehice, alcancé la vida verdadera y
 estoy aquí.

 Mi madre divina, la del manto de estrellas, me infundió un nuevo aliento, un
 aliento inmortal. ¿Quién podrá ahora contra mí levantarse? A la oscuridad de
 las aguas arrojé mi oscuridad yo, el penitente. ¡Vengo de conquistar mi
 destino!.

 A los mundos que están sobre nosotros, a los nueve escalones fui a
 descansar. Allá, donde la anciana, fue abierto mi collar, desatada mi
 guirnalda de plumas. ¡Aplastada quedó la serpiente!. Quiso quebrar al
 pequeño espejo, al mágico reflejo, ¡y condenada fue por siempre a los
 abismos de perdición!

 Véanme, amigos, soy el Dragón de luz. Conozco al anciano, a la anciana. He
 vivido en el mundo de los muertos y con los que nunca mueren. Soy mediador,
 y he vuelto para dormir al sueño y amordazar la muerte, para destruir a
 aquel que muerde por sus cuatro extremidades. ¿Qué dios, qué poder será
 capaz ahora de arrojarme al polvo?

 Al escucharle, sus seguidores cubrieron sus rostros y le adoraron, y un gran
 temor los sobrecogió. Pero él les confortó, diciendo ¡Alegrense, amigos,
 reconózcanme! Entonces ellos corrieron a su encuentro, muy contentos, y le
 abrazaron.

 Él, sentándolos en un muro, les habló de su descenso a lo profundo y su
 ascenso a las estancias del Cielo, y les dijo: Del corazón del mar regreso,
 de allá, donde el horizonte se tiñe con los tintes de la aurora. ¿Acaso no
 me esperaban? ¡Soy el quetzal, y he venido volando!

 De pasos difíciles vengo, de la gran guerra. Muy serio estaba mi rostro
 cuando salí de Tula, enflaquecidos mis costados, vacilantes mis pasos. En
 flor ansiaba convertirme, y era un conejo ensangrentado.

 Yo no lo sabía, no conocía mi destino, ¡y en el templo de las llamas me fue
 revelado! No lo entendía, ¡y en la casa de los niños me fue revelado!
 Después de tanto andar, he visto un paso allá, en el seno del mar, donde el
 mundo se curva y se esparcen, sin forma, las arenas. Este cofre de jades
 incendié por mí mismo, y renací. Ahora, mi corazón ha llegado a ser
 perfecto. Solitario, entre colores infinitos, mi corazón vive. He recibido
 el poder del anillo del agua. ¡En el arte he de vivir eternamente sobre la
 tierra!

 Embriagado con estas palabras, exclamó Matlakshochitl: ¡Oh tú, caudillo
 nuestro,
 príncipe de los naguales! ¡Eres tú, en verdad, Señor de vida y amparador de
 todo crecimiento! ¡Y nosotros que sólo te causamos pesares!. Esto dijo,
 entristecido por las dudas con que le habían recibido. Pero él le aseguró
 con afecto:

 Sólo me ultrajan quienes no me han conocido. Ustedes, empero, son mis
 padres, mis hermanos, mis amados sacerdotes. A la gloria del Señor de las
 corrientes infinitas, en nave de turquesas, allá también irán ustedes, mis
 hermanos, mis viejos compañeros.

 El príncipe Itimalli le preguntó: Señor, ¿qué puedo hacer para vivir contigo
 allá, donde tú vives? ¿Cómo ganar un rostro y un corazón, cómo cantar tu
 canto?

 Respondió: Sólo podrá cantar mi canto aquel que llegue a ser, como yo,
 dios del crepúsculo y dueño de la luz, quien logre transformar su rostro a
 voluntad. Mas, no teman. Yo soy el Dragón de luz y envío mis rayos a todos
 los seres creados, aún a los que están allá, en el paraíso de las aguas. Y
 al que quiero, lo tomo y lo hago mío.

 A la encrucijada de todos los caminos he llegado. A mí mismo me hice
 creador, sostenedor y vida. ¿Qué más he de buscar? ¿A quién debo seguir? Yo,
 el proveedor del reino de las aguas, hago llover a Dios. A aquel que los
 colma de bendiciones, yo proveo. ¿Habrá algo imposible para mí? Yo deseo,
 amigos, que ustedes también canten mi canto. Por lo tanto, vayan por todas
 partes, establézcanse incluso en el monte de las tinieblas. Con música
 de nubes esparcirán la gloria de Ometeotl (El Todopoderoso). Vayan
 por el mundo y no teman: eternamente se escuchará mi voz entre ustedes,
 explicando la palabra de la verdad.

 LAS ORDENANZAS

 ENTONCES llamó a su lado a cuatro jóvenes cholultecas por los cuales sentía
 un amor particular, y les encomendó que recordaran todo lo que habían visto
 y oído, a fin de que, yendo por el país, fuesen testigos suyos ante los
 pueblos de la tierra. Y les ordenó que dividieran la tierra en cuatro
 partes, quedando la ciudad de Cholula como corazón, y que propagaran por
 ellas las noticias de su regreso.

 También les dio autoridad para tomar el poder sacerdotal en su nombre, mas
 no como señores que reclamen la herencia de un reino, sino como servidores y
 deudores, como quien toma algo en préstamo hasta que llega el momento de
 devolverlo.

 Ordenándolos en comunidades, les dijo: Vivirán juntos bajo los más
 ancianos, compartiendo su sustento y sin acumular riquezas. Guardaran y se
 transmitirán las dignidades recibidas. Velaran con todo el corazón para
 que se extienda el modo de vida tolteca.

 Mantendrán en orden sus comunidades, suprimiendo lo relajado y conservando
 lo virtuoso. Si hacen así, les doy poder para que hagan cosas maravillosas y
 se hagan acreedores del nombre que llevan, y para que transmitan ese nombre.


 También marcharan por los valles y las sierras, averiguando por las cosas
 concernientes a la vida. Y encontrando alguna buena costumbre,
 traiganlaa sus comunidades y  compartanlas con todos, para que de ese modo perfeccionen el modo de
 vida tolteca.

 Mas aún, donde quiera que lleguen, pregunten por las historias y las
 creencias del lugar, comprendiendo sus cosas oscuras y ayudando en sus ritos
 y tradiciones. Pero, ¡cuídense de los sacrificios humanos y de la
 idolatría!

 Durante el día, estudien los libros divinos, conversen con su corazón y
 ejercitense en las artes y oficios. Por las noches velen, canten alabanzas
 hasta el alba y jamás falten al baño nocturno.


 Dormirán y comerán poco, hablaran sólo lo necesario. Serán parcos
 en sus modales y sobrios en el vestir. No pasaran a navaja sobre sus cabezas
 ni usaran joyas, sino sólo un collar de piedra o madera. Y no olvidaran la
 penitencia.

 Además, trabajen en sementeras para no ser una carga al pueblo. Antes
 bien, denle de comer a los pobres y los necesitados, a los ascetas y los
 enfermos, socorriendo en todo momento a las viudas y los huérfanos.

 He aquí el modo como elegirán a sus líderes: el más humilde entre
 todos será el que mande, y el de más noble cuna será el servidor. Ninguno
 percibirá recompensa por su servicio. Y quienes deseen ser líderes, que
 trabajen doble jornada.

 Sólo aquel que tenga corazón puro, un corazón bueno, un corazón firme, un
 corazón de hombre, sólo aquel que tenga a Ometeotl (El Todopoderoso)
 dentro de sí y sea sabio en las cosas divinas, ese los representará. No
 importa su nombre, no importa su nacimiento. Aún si fuese de origen humilde,
 si su padre o su madre fuesen pobres entre los pobres, no miraran su linaje,
 sino su modo de vida.

 Si encuentran alguno que sea perfecto en sus costumbres y ejercicios,
 doctrina y buena vida, perfectamente continente y guardador de los
 preceptos, virtuosos, humilde y pacífico, considerado, cuerdo, no liviano,
 compasivo, amigo de todos, devoto, temeroso de Dios, esclarecido, a este
 elegirán como sumo sacerdote y le impondrán el título de
 Quetzalcoatl. Este les servirá de guía, los llevará a cuestas y los
 gobernará.

 Tales guías les dirán cómo venerar a Ometeotl y llevarán las
 ceremonias. Su obligación será pronunciar discursos, ocuparse día y noche en
 el incienso, preparar las espinas para la penitencia, mirar y calcular el
 orden del cielo y la división de la noche, la caída del año y la cuenta de
 los destinos.

 Ellos leerán y cantarán, volviendo ruidosamente las hojas de los códices;
 tendrán en su poder la tinta negra y roja, los caracteres, para elevarlos y
 mostrarles el camino.

 Y estas son las faltas que miraran: las palabras injuriosas con que afrentan
 al prójimo; la ingratitud que tuvieron hacia los dones de Ometeotl; la
 inhumanidad que mostraron al no compartir los bienes que les dio su Dios; el
 no comunicar lo que te fue dicho; la falta contra los preceptos divinos o
 contra las costumbres de la comunidad; el adulterio, el engaño y el sueño.

 Después de pronunciar estas palabras, concluyó Quetzalcoatl su
 discurso, diciéndoles: He aquí mi disposición final y aquello que los
 identificará como mis seguidores, lo que deben seguir y compartir, pues es
 alimento escogido.

 Sólo tres consejos deseo encomendarles: el primero, que busquen con anhelo
 hacerse amigo de Aquel que está en todas partes, en todos cuerpos y en cada
 momento, pues es noche y viento y Dueño del cerca y el junto.

 Y en tal empeño, miren que no se hagan orgullosos, desesperados o
 cobardes, sino más bien, humildes de corazón, poniendo toda su esperanza en
 Ometeotl y atreviéndose a mantener sus prescripciones.

 Lo segundo que deberán recordar: tengan paz con todas los hombres,
 respeten a todos y a nadie agravien. Por nada del mundo avergüencen a
 otro hombre. Cálmense, que digan de ustedes lo que quieran.
 Cállense aunque los combatan y no respondan. Así demostraran su
 condición viril y su
 nobleza, y todos sabrán que son dignos representantes míos.

 Y lo tercero que les pido, es que no pierdan el tiempo que les ha dado
 Ometeotl sobre este mundo. Ocúpense en lo que es bueno día y noche, no
 desprecien el tiempo. Porque no saben si volveran a vivir, o si
 reconocerán sus rostros allá, donde de algún modo se existe. Aprovechen
 esta vida.

 Basta con esto, que era mi misión. Hagan en lo adelante lo que bien les
 parezca. Todo hombre que se atenga a su propio bien allegará para sí la
 excelencia y conquistará la vida.

 Así terminó su exhortación. Y sus amigos anotaron sus palabras sobre sus
 corazones, para compartirlas luego con todos.

 LA PROFECÍA

 A continuación, pidió a sus seguidores que se congregaran en la orilla del
 mar para entregarles su bendición. Una vez en la arena, subió a una piedra
 que por allí había y anunció las palabras de su profecía. Y esto fue lo que
 dijo:

 Escúchenme, hermanos: yo, Quetzalcoatl, pluma teñida con sangre de
 serpientes, he renacido. A mí mismo me hice en la batalla, allá, donde se
 ensanchasen las aguas y el tiempo queda detenido. Así llegué a ser mi propio
 padre, y llegué a conocer los ciclos del destino.

 Sólo vine a prepararme un camino; ahora he de marchar. Mas, no teman, no
 me voy para siempre: eternamente escucharan mi voz. No lloren por el
 príncipe partido, porque les he dejado mis palabras y mis joyas.

 ¡Alégrense! Se acerca un nuevo día, el día magnífico, de radiante
 hermosura, cuando a mi rostro tenga que regresar. ¡Entonces me verán! En
 ese día comprenderán las razones divinas, levantaré mi cosecha y
 recogeré lo sembrado. Entonces desaparecerá para siempre el animal maligno y
 ustedes podrán caminar en paz.

 Y se abrirán las puertas de oro, y vendrán en matrimonio los pueblos de la
 tierra al templo de los cuatro rumbos, donde se les pedirá que no se
 descalcen. Y se manifestará la Señal de la unidad en un árbol erguido. El
 mundo habrá de verlo cuando ocurra, porque es el amanecer de Ometeotl.

 Poder de bondad viene a ustedes para vivificarlos, para extirpar del
 mundo todo temor. Poder de unidad, poder del Corazón del Cielo, de Aquel
 que, al recibirlos, no recibe sino a su propio ser. ¡Rindan devoción a la
 verdad, crean en su poder! ¡Aviven la luz de sus corazones, oh hermanos!
 Amanecerá el mundo para quienes comprendan.

 A la distancia de un grito, a la distancia de un día de camino está ya su
 hombre, su hermano mayor, el de los verdes jades, las barbas y el báculo de
 peregrino.

 ¡Recíbanlo! El tiempo se acerca, la hora viene, nace la humanidad del nuevo
 Sol. ¡Contemplen su señal ahora! ¡Erguid el madero!

 LA BALSA DE SERPIENTES

 ENTONCES tomó su manto de serpientes y lo arrojó al agua. Y el manto quedó
 firme sobre la superficie del mar como una balsa, no se hundió. Luego subió
 encima y se sentó en él, como si se tratase de una canoa. Mientras se
 alejaba de la orilla, bendijo Quetzalcoatl a su pueblo con estas palabras:

 ¡Que a todos los mire con amor el inventor del hombre, el conocedor del
 hombre! ¡Que sean felices y cumplan con todo lo que les di a comer de mi
 labio y mi boca! ¡Que permanezca la tierra, que estén en pie los montes!
 ¡Que se esparzan por el mundo las flores del maíz tostado, las perfumadas
 flores del cacao! ¡Que permanezca la tierra!

 La balsa de serpientes navegó sobre las aguas del mar rumbo al horizonte
 oriental, y cuentan los viejos que entró en el cielo. Pero no se sabe cómo y
 de qué manera llegó al mundo de la luz. Y dicen los que saben que en verdad
 vive Quetzalcoatl, que no murió.

 DE NUEVO HABRÁ DE VOLVER, HABRÁ DE VENIR A REINAR SOBRE SU PUEBLO, SOBRE EL
 MUNDO ENTERO. ESE DÍA SU ESTRELLA (VENUS) NUEVAMENTE APARECERÁ FRENTE
 AL SOLY EL SOL DEJARA DE BRILLAR PARA DAR PASO A UN NUEVO SOL, A UN
 SOL MAS GRANDE
 Y MAS BRILLANTE DONDE NO VOLVERA A ESTAR PRESENTE LA OSCURIDAD.

 

 Tomado de:

 www.tierrafirme2012.com
  

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