domingo, 25 de diciembre de 2011

El significado general de Plutón y Escorpio en las Casas


Como Urano y Neptuno, Plutón es un principio de "des-estructuración" que impulsa inexorablemente a la vida a seguir adelante y a deshacerse de formas viejas para dar paso a las nuevas. Plutón, al igual que los otros dos planetas transpersonales, es una fuerza que nos impulsa a trascender viejas fases de la vida y nos señala el camino que ha de permitirnos seguir creciendo y evolucionando. Plutón y Neptuno eran ambos señores del mundo subterráneo, y por ello guardan entre sí ciertas similitudes. Ambos principios van socavando con ánimo subversivo nuestros antiguos marcos de referencia y nos obligan a levantar las manos y entregarnos. Pero difieren bastante en la forma de hacerlo. Neptuno disuelve lentamente las rigideces de la antigua estructura, como las termitas o la carcoma van devorando lentamente los cimientos de una casa. Sin embargo, con Plutón el techo se nos viene encima, aplastándonos la cabeza como una tonelada de ladrillos. Plutón es una fuerza creciente que gradualmente va llegando a su culminación, hasta que nos liquida. En tanto que Neptuno nos engatusa para que cambiemos, haciéndonos sentir que podemos limpiarnos y purificarnos mediante el sacrificio o el sufrimiento, Plutón se asegura de que renunciaremos a la viejo aniquilándolo totalmente, hasta que no quede nada. De esta forma, Plutón no deja opción, debido a su inexorable movimiento hacia adelante y el cambio: o nos renovamos o morimos. El mito del descenso de Inanna describe muy bien cómo funciona Plutón en una Casa. Inanna es una diosa vivaz, brillante y jubilosa, y reina en los cielos, en tanto que su hermana Ereshkigal es la señora del "gran lugar de abajo", la diosa de las sombras. El marido de Ereshkigal acaba de morir, e Inanna decide descender al mundo subterráneo para asistir a su funeral. No obstante, Ereshkigal la recibe con una mirada fría y ponzoñosa y somete a Inanna al mismo sufrimiento que deben pasar todas las almas que ingresan en los dominios oscuros. Hay siete entradas o portales que conducen al mundo oculto y, en cada uno de ellos, todo el que lo atraviese ha de deshacerse de una prenda o joya. De esta forma, Inanna, radiante en su vestimenta, ha de ir quitándose túnicas, capas, joyas en el proceso, de manera que cuando llegue a verse frente a su hermana, se encuentra completamente desnuda y "humillada" ante ella. Plutón-Ereshkigal nos desnuda de las cosas con que nos hemos adornado, de las cosas mediante las cuales hemos ido construyendo nuestro viejo sentimiento de identidad, nuestra sensación de "estar vivos". A pesar de ser algo doloroso, el mito nos dice que ésta es una fuerza destructiva que debemos respetar y ante la cual hemos de inclinarnos. Es probable que la Casa donde se encuentre Plutón sea el ámbito de la vida en donde tengamos que enfrentar de esta forma a Ereshkigal y rendirle homenaje así a la diosa. Ereshkigal mata entonces a Inanna y la cuelga de un gancho de carnicero en el mundo subterráneo, y ahí se queda la bella diosa de los cielos pudriéndose. De este modo, la Casa donde se encuentra Plutón es el lugar de la vida donde tengamos que hacer frente a lo que está podrido en nosotros. Es en este dominio donde nos encontramos con los aspectos más oscuros e indiferenciados de nuestra naturaleza: con las pasiones y obsesiones que nos abruman, con nuestra avidez de poder, con nuestra sensualidad bruta, nuestros celos, nuestra envidia; con nuestra voracidad, con nuestro odio, nuestra cólera y salvajismo, y con nuestras heridas y dolores más primarios. No podemos ser íntegros mientras todo esto no haya sido llevado a la superficie, transmutado y adecuadamente reintegrado en la psique. No obstante, no debemos olvidar que Plutón era también el dios de los tesoros escondidos y de las riquezas ocultas. Mediante la conmoción que él provoca, aquellas partes de nuestra naturaleza que habíamos desconocido y desterrado al inconsciente, son reclamadas para volver a ponerlas a disposición y uso de la conciencia. Así volvemos a conectarnos con la energía perdida y además ganamos acceso a fuerzas y recursos hasta entonces ignorados y no explotados. Inanna no se queda para siempre en el mundo subterráneo. Como sabía que viajaba a un lugar peligroso, había tomado sus disposiciones para que la liberasen en caso de que se viera en dificultades. De modo similar, debemos de tener el buen sentido de no quedarnos atascados solamente en lo que la vida tiene de aborrecible o doloroso. Plutón nos aplasta pero debemos volver una vez más al mundo de arriba y al funcionamiento cotidiano de la vida, aunque esperemos que con mayor sabiduría e integridad. Inanna escapa del mundo subterráneo gracias a la ayuda de dos seres andróginos, los "Plañideros". Pequeños y discretos, se cuelan en el mundo subterráneo y se acercan a Ereshkigal, que a su vez pasa por grandes dolores. No solo ha perdido a su marido, sino que además está embarazada, y el parto se presenta difícil. Dicho de otra forma, algo ha muerto, pero también algo está renaciendo. En lugar de castigar a Ereshkigal por todo lo que ha hecho, los Plañideros se le acercan todo lo que pueden y se compadecen de su estado. Es decir, le dan margen para que la diosa del inframundo se queje y grite, devolviéndole la imagen de su sufrimiento y sus dolores, en una especie de terapia no directiva de Rogers. Tan agradecida queda Ereshkigal al ser aceptada de esta manera que les ofrece cualquier cosa que deseen. Los andróginos le piden que rescate a Inanna y Ereshkigal cumple con su palabra y la revive. Inanna regresa al mundo de arriba, transformada y renovada, llevando consigo una nueva vida para las cosechas y la vegetación. Ereshkigal-Plutón destruye la vida, pero es capaz de crear también una nueva vida. Como conclusión de este mito, allí donde tengamos a Plutón debemos entender el dolor y las crisis no como una patología o un estigma, o como algo malo que se debe evitar a cualquier precio, sino más bien como algo que es parte de un proceso más amplio, que conduce a la renovación y al nacimiento. Por otro lado, debemos aprender que no podemos dominar ni transformar aquello que condenamos, negamos o reprimimos, que es exactamente la forma en que, normalmente, encaramos cualquier cosa que nos desagrade. Los Plañideros tienen la clave: la atención prestada a Ereshkigal-Plutón y su aceptación como parte de la vida, permiten que actúe la magia curativa. Cada vez que algo se destruye, también se gana otra cosa. Al ser despojados de todo se nos recuerda que hay una parte de nosotros que aún está allí después de que nos han quitado todo lo demás. Tal es el don que volvemos a encontrar en la Casa de Plutón: el conocimiento de algo que hay en nosotros y que es indestructible. Hay algo que nos sostiene a pesar de haber perdido todas las amarras del ego, algo que es perdurable, y no transitorio, que ha estado durante años sepultado en el inconsciente y que tenía que ver cómo se desmoronaba toda un estilo de vida para que pudiera ser reconocido por la conciencia y así ser más íntegros y estar más cerca de nuestra esencia. Allí donde Plutón erige su altar en la carta no ha de tomarse tan al pie de la letra los asuntos de esa casa. En los dominios de Plutón es donde hemos de ir en busca de las causas subyacentes y las motivaciones inconscientes, porque, como decía Jung, hay cosas más altas que el ego y su voluntad, y ante ellas uno ha de inclinarse. Plutón se va a los extremos, y somos capaces de exhibir tanto lo peor como lo mejor de nosotros mismos en el sector de la vida donde se encuentre este planeta. Cuando se pone en cuestión la omnipotencia del ego, nos aterra la posibilidad de vernos destruidos: de acuerdo con ello procuramos protegernos controlando, aunque sea al precio de la traición y de la crueldad, lo que sucede en la casa de Plutón. Y, sin embargo, si reconocemos una fuerza misteriosa, más poderosa que nosotros, y nos ponemos a su servicio, tenemos la potencialidad para descubrir y exhibir nuestra mayor fuerza y nuestra nobleza, nuestro propósito y nuestra dedicación. No solo resultanos cambiados significativamente, sino que en la Casa de Plutón podemos también actuar como catalizadores o desencadenadores de la transformación de otros. A veces, la fuerza misma que mueve a la historia puede adueñarse de los nativos para, por intermedio de ellos, poder operar en el dominio de Plutón. Escorpio en una Casa o contenido en ella se comporta de modo similar a Plutón. Y la Casa donde se encuentre Plutón influirá sobre cualquier casa donde se encuentre Escorpio. Nixon, por ejemplo, tenía a Plutón en X rigiendo a Escorpio en Casa III. Una mentalidad furtiva, maquinadora y decidida (Escorpio en III) no se detendría ante nada para concretar en su carrera (Plutón en X) su necesidad obsesiva de poder y estatus, hasta producir finalmente su propia destrucción y su posterior renacimiento.

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