jueves, 28 de julio de 2011

Semicuadratura



El segundo punto de encuentro en el sendero de ida es el de 45 grados, siendo también el penúltimo punto de encuentro en el sendero de retorno. Se trata del primer mal aspecto. Se considera como un aspecto menor y muchos astrólogos no lo tienen ni siquiera en cuenta. Sin embargo, como veremos, la semicuadratura puede ser portadora de catastróficos efectos. Su principal inconveniente está en que no tiene efectos inmediatos, ya que se trata de la gestación de un mal, de una causa. Al no sufrir efectos, el mal no es reconocible por parte del individuo, no se presenta realmente en su conciencia como un mal, y no siendo así, no moviliza en él los recursos psíquicos que podrían combatirlo, ni toma las disposiciones emotivas o físicas que impedirán a ese mal manifestarse a su tiempo, ya que, si el Bien significa la lenta germinación de un propósito conforme a las leyes del universo, el Mal también necesita ser gestado y nutrido con pensamientos, sentimientos y acciones que inclinan el individuo hacia ese mal.
La semicuadratura puede representar un encuentro desafortunado, pero que de momento nada permite prever que lo sea. Puede tratarse de una inclinación emotiva aparentemente inocente o de un pensamiento que ha de conducir a un acto desmesurado. Cuando esa “inclinación” se haya producido ya le será difícil al individuo enderezar la trayectoria, sobre todo porque, como decíamos, no tendrá conciencia aún de que aquello lo lleve a un mal maniobrar.
Por eso es importante que cuando una semicuadratura entre en fase activa, permanezcamos en estado de alerta, que pasemos por el tamiz de nuestra conciencia nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y los compromisos que podamos adquirir. Que no hagamos nada sin haberlo meditado profundamente y sin prever el futuro que pueda tener aquella relación, aquel pensamiento o sentimiento. El futuro de cada cosa está en su germen, del mismo modo que en la bellota está la encina que será, de modo que si nos concentramos sobre cualquier acontecimiento portador de germen, esa concentración ha de permitirnos ver su futuro.
La naturaleza de los elementos en juego ha de permitirnos pronosticar en qué dimensión, o en qué ciclo, se producirá el acontecimiento elaborado por la semicuadratura. Por tratarse de un ángulo de 45 grados, puede unir un signo de fuego con uno de tierra o con uno de agua; uno de tierra con uno de aire o de agua; uno de aire con uno de agua o de fuego. La semicuadratura de retorno no será tan maligna, por las razones expuestas al hablar del semisextil: se produce al final de una larga serie de encuentros planetarios y los elementos contrarios pueden combinarse armoniosamente, aunque las energías puestas a la disposición del individuo sean excesivas. Por otra parte, si en la semicuadratura de ida la persona era incapaz de reconocer un mal todavía inconcreto, sin forma, en la semicuadratura de retorno ese mal aparece ya elaborado, con nombres y apellidos, por haber dispuesto de tiempo para “hacerse”. Podríamos decir que en el sendero de ida aparece en la semicuadratura la causa del mal y en el sendero de retorno nos encontramos con su efecto.
En los asuntos a corto plazo, de onda corta, digamos, la semicuadratura de retorno puede liberar efectos provenientes de causas cercanas, generadas unos meses, años o décadas antes. En este caso la persona recibirá el choque de retorno del mal puesto en circulación cuando se produjo la semicuadratura de ida.
A largo plazo, la semicuadratura de retorno señalará un efecto kármico: será el momento de liquidar una deuda de vidas anteriores, y si anteriormente ha sido el agente del Mal, ahora será el paciente. Al ser la semicuadratura un aspecto menor, su fuerza no es excesiva y el mal que representa, cuando se vive desde la perspectiva de la víctima, es soportable.
Así pues, la semicuadratura de ida representa una generación inconsciente de efectos kármicos, y la de retorno un desprendimiento de karma acumulado

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