martes, 16 de julio de 2013

¿QUÉ HAY DETRÁS DE LAS MALAS NOTAS? PAUTAS PARA PADRES




Boy doing homework
Esta es la pregunta que deberían hacerse los padres ante la llegada de sus hijos con suspensos, si no se la han planteado todavía este es buen momento ya que han pasado varias semanas y todavía se está a tiempo de conocer la causas y poner soluciones.

Es normal que en los primeros momentos los padres se enfaden y les cueste controlar esa rabia y esas emociones negativas. A algunos les pillará de sorpresa porque los menores les han engañado a lo largo del curso y otros confirmarán sus temores ya que han ido suspendiendo evaluación tras evaluación.

Por eso el primer paso ante la comunicación de las malas notas es normalizar la situación, esto es, ser conscientes de que tenemos emociones negativas y tenemos que gestionarlas de manera que no empeoren la situación. Esto no quiere decir que le vayamos a dar una palmadita al niño en la espalda y le dediquemos la mejor de nuestras sonrisas pero culpabilizar, amenazar con castigos que no cumpliremos y dar gritos no son estrategias eficaces para conseguir nuestro objetivo que es que el menor apruebe en septiembre. Por el contrario el menor se pondrá a la defensiva se inventará mil y una excusas o responderá de manera agresiva. Entonces ¿que pueden hacer los padres?: respirar profundamente, si es preciso salir de la habitación donde nos encontremos y volver cuando estemos más tranquilos, aplazar la conversación diciéndole que va a haber consecuencias pero que ahora no es el momento, se van a pensar conjuntamente entre los padres y se las comunicaremos.

Está claro que ante unos malos resultados académicos tiene que haber consecuencias pero de nada sirve poner un castigo (que será siempre desproporcionado) en un momento de cólera ya que las emociones no nos dejan pensar con claridad e inteligencia. Es más efectivo pensar en poner unas consecuencias coherentes, que podamos cumplir y que aumenten las probabilidades de lo que queremos y es que el niño estudie y apruebe.

El segundo paso se dará cuando estemos relajados. Habrá que buscar un momento en el que padres e hijo puedan hablar de manera sosegada eligiendo un lugar sin ruidos ni distracciones y sobre todo con tiempo disponible para poder charlar. Todos estos aspectos facilitan la comunicación.

En tercer lugar preguntarle que ha pasado, por qué ha tenido tantos suspensos, dejarle que se explique… Los menores valoran mucho que sus padres se interesen por lo que les ocurre. Evitando culpabilizarlo mediante “mensajes tú”, por ejemplo, “es que tú eres un vago”. Pongámonos en que es verdad que el menor no rinde lo que podría, poniéndole una etiqueta negativa lo que conseguimos es que el menor se reafirme en su posición y se vuelva a comportar conforme a lo que piensan de él. “Si mis padres piensan que soy un vago, lo soy y sigo vagueando”. Sin embargo si le dejamos hablar y nos explica que esa asignatura no le gusta nada porque a él le gustan las letras ya hemos encontrado la causa de su bajo rendimiento: como no le gusta, no atiende, no se entera y cada vez se entera menos porque necesita unos conocimientos para comprender los siguientes. Una vez que le hemos dejado hablar pasaremos al siguiente paso.

En cuarto lugar, buscar una solución. Dependiendo de la edad buscaremos su colaboración a la hora de poner una solución, a los niños pequeños se les da la solución y a los adolescentes se les puede ir dejando participar en la toma de decisiones siempre guiando todo el proceso los padres y teniendo estos la última palabra. En estas “negociaciones” con los adolescentes vale más utilizar un modelo gano- ganas que un modelo gano-pierdes. Si le imponemos nuestra postura nos vamos a encontrar con un muro, con actitudes a la defensiva y se va a crear un ambiente poco propicio para la colaboración ya que el adolescente se va a frustar por no haber ganado y no va a querer colaborar en la resolución del problema. Si embargo si llegamos a un acuerdo en que las dos partes se vean beneficiadas, aunque los dos tengan que ceder en algo, el adolescente va a colaborar con una actitud más positiva y se va a comprometer ya que él ha puesto su granito de arena en el acuerdo. Aquí no habría frustración ya que ambas partes “ganan”.

Por último habría que poner en marcha la solución y evaluar su cumplimiento o no para realizar las modificaciones oportunas.

Las causas de las malas notas pueden ser variadas:

- Problemas emocionales: ansiedad, depresión, miedos.
Personas que se ponen muy nerviosas con los exámenes, personas que están depresivas y esto les genera una bajada en su rendimiento, personas que tienen miedo a suspender porque son muy perfeccionistas…

- Baja autoestima.
Personas que debido a que se consideran inferiores no son capaces de aprobar…

- Hábitos y técnicas de estudio inadecuadas.
Personas que se ponen a estudiar con distracciones, ruidos que les impiden concentrarse o no saben estudiar cada materia de manera diferente… 

- Dificultades de atención, memoria, impulsividad.
Personas que se distraen con facilidad, que tienen problemas de memoria, que son demasiado impulsivos.

- Problemas de comportamiento: agresividad, desobediencia, rabietas, negativismo.
Personas que tienen actitudes o comportamientos incompatibles con el estudio…

- Dificultades familiares: separación, enfermedad, muerte de un familiar, problemas económicos.
Personas que han sufrido situaciones estresantes que le impiden centrarse en los estudios…

Cuando los padres sienten que el problema se les escapa de las manos y que no saben cómo afrontarlo es bueno y necesario pedir la ayuda de un profesional.

Los profesionales sabemos que a ninguna persona le gusta suspender aunque creamos que es un pasota o haga como que no le importa. A todos nos importa lo que piensan de nosotros y unos malos resultados académicos afectan negativamente a nuestra autoestima y tienen consecuencias a largo plazo si no se buscan soluciones eficaces.
Atenea Psicología te ayuda a buscar el origen y te orienta en su solución.
+ Info: 617159018 / ateneapsicologia@gmail.com / Posadas Córdoba España

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