miércoles, 8 de mayo de 2013

Freud y las casas de Agua



May De ChiaraGabriela Galland y Eliane Btesh

Este trabajo, focalizará uno de los contenidos básicos en la lectura de una carta astrológica: las casas. Presentaremos una mirada sobre las casas de Agua y una lectura del sentido más profundo que pueden tener a partir de los aportes de la Psicología, específicamente articulándolo con los desarrollos de Freud en relación al Inconsciente.

Las casas son áreas de la experiencia humana. Tradicionalmente se las consideraba con un significado “externo”, es decir con hechos o situaciones de la vida, ajenas a la persona, como acontecimientos en los que uno mismo no estaba implicado. Sin embargo las casas también simbolizan el estado interior, las actitudes y la experiencia desde la vivencia del sujeto.
Los planetas y los signos de cada casa tiñen la experiencia y precipitan escenas propias de ese campo de la experiencia. Tienen que ver con un conjunto de circunstancias de la vida de una persona, y además en su totalidad muestran un recorrido cíclico. Cada casa no está aislada de las demás, sino que es un paso o fase, un momento de la construcción de la identidad y del crecimiento del ser. Desde el inicio en la casa I como fase de I hasta la disolución en casa XII como fase de XII.

Las casas de agua

Una manera posible de analizar las casas es por el elemento al que están asociadas (agua, tierra, aire fuego). Los elementos representan los cuatro tipos de energía que pueden operar en cada uno de nosotros. Aquí trabajaremos la trinidad de casas de agua, llamada “trinidad del alma” o “trinidad psíquica”. El agua como elemento está asociada al mundo de los sentimientos, las emociones, el inconsciente. Algunas características asociadas son la sensibilidad, la necesidad de intimidad, las sensaciones o percepciones psíquicas. Las casas de agua son asociadas entonces a los contenidos emocionales: personales (casa IV), vinculares (casa VIII) y arquetípicos (casa XII)
Por su vínculo con el pasado y la memoria, estas casas están ligadas a condicionamientos, apegos y a patrones de respuesta inconscientes. Considerando a las casas como matriz cíclica, el movimiento a través de las casas IV, VIII, XII refiere al desarrollo de lo personal, lo interpersonal y lo transpersonal.

La Casa IV:
La casa cuatro se asocia tradicionalmente al hogar y la familia. Se relaciona con la infancia, con la familia de origen, el clima que vivimos en nuestro hogar y el tipo de condicionamiento que recibimos en él, es decir la herencia psicológica familiar y generacional. También tiene que ver con la tradición familiar, racial, de la comunidad a la que pertenecemos. Es la historia y la memoria familiar.
A esta casa se la relaciona con la madre, que en general es la encargada de los primeros cuidados al niño -en su función nutritiva y protectora-, si bien hay argumentos que la vinculan al padre. Se trata de las emociones vividas en ese clima familiar, es decir la construcción psíquica de las imágenes de nuestros padres, más allá de lo realmente acontecido.

La Casa VIII:
Esta casa tradicionalmente es asociada a la muerte, al sexo, las herencias, los bienes compartidos y lo oculto.
La casa ocho representa en esencia la energía compartida con los otros, la fusión con los otros y con aspectos de uno mismo (rechazados, negados, ocultos, reprimidos), lo que no creo ser (la sombra). Se trata de un encuentro de energías, ya sea de diferentes partes de uno mismo, ya sea con energías que el otro trae.
El tema de la casa VIII es descubrir que no soy quien creía ser, y por esto aparece el conflicto ya que implica una destrucción de los bordes del ego y de la identidad, con el desgarro y el dolor que éste puede conllevar, pero también con la posibilidad de resolverlo. Es decir el conflicto como dinamizador del proceso.
En la relación con el otro, se despierta aquello conflictivo del pasado, los traumas no resueltos. Se trae a la luz lo oscuro, aspectos rechazados de nosotros mismos con la posibilidad de conocerlos. Esto permite reconocer y entrar en contacto con aquello que se conoce como emociones destructivas: celos, envidia, ira, necesidad de control, culpa, pasiones prohibidas.
En definitiva, es una casa que refiere al inconsciente personal vincular, donde se encuentran aspectos de uno rechazados y a través de la tensión se puede desgarrar el ego o fusionar aspectos de uno mismo.

La Casa XII:
La casa XII acaso sea la más malinterpretada. Tradicionalmente ha sido asociada a los enemigos ocultos, el exilio, la cárcel, el karma o destino como fatalidad.
Esta casa conecta con un nivel de la experiencia que excede los contenidos personales o familiares. Nos encontramos con una dimensión transpersonal de la energía. La sustancia de la casa XII es el misterio; habilita la percepción de todo aquello que está más allá de lo racional, de los sentidos y de cualquier sensación de individuo separado de la totalidad. Se relaciona con el anhelo de disolución del ser humano, con las ansias de volver a lo indiferenciado. En esta etapa, se diluyen las fronteras ente el yo y los otros. El dilema para el yo que se plantea en la casa XII es el de, por un lado, el anhelo de disolverse en la totalidad y al mismo tiempo, temer por la disolución de la forma.
Pertenecen a esta casa contenidos universales de la historia de la humanidad y la cultura, el “inconciente colectivo” y “arquetipos”. Los arquetipos son imágenes y comportamientos que están disponibles en las personas, tanto personales como vinculados a la experiencia histórica de la humanidad. El inconsciente colectivo es una capa más amplia y más profunda del inconsciente, en donde se alojan estas imágenes primordiales de nuestro pasado evolutivo (especie). En este sentido, no se trata ya de la memoria personal, sino de la memoria de la humanidad en su conjunto. En este sentido, no se trata


El Inconsciente freudiano

Freud nace en 1856-1939 y para 1894 empieza a publicar sus primeras obras, producto de su investigación clínica con pacientes. Sus concepciones provocaron mucho rechazo en el ambiente científico, y aún así persistió en sus ideas a lo largo de su vida. Sus nociones más importantes son: inconsciente, pulsión (la energía), narcisismo, aparato psíquico.
Freud revoluciona la noción de inconsciente que existía hasta el momento. Lo inconsciente era lo involuntario, lo nimio y automático, lo que uno hace sin darle importancia, es decir sin ser conciente. Freud plantea algo sustancialmente diferente: Los contenidos del inconsciente son nuestros deseos y emociones profundas, desconocidas para la propia persona. Estos deseos (pulsiones) constituyen la energía del aparato psíquico. El inconsciente constituye la mayor parte de nuestro psiquismo, es más extenso que la conciencia.

Freud sostiene que el Inconsciente es universal, es decir que existe en todos los sujetos, sanos o enfermos, de cualquier grupo cultural. Sin embargo sus contenidos son estrictamente históricos y personales.
En las etapas más tempranas de la vida, el niño vivencia en el vínculo con sus padres, principalmente a través del complejo de Edipo, sentimientos como: amor, odio, celos, cólera. Estas vivencias emocionales impactan altamente en el psiquismo. A medida que el niño va creciendo y se desarrolla la conciencia, los deseos, fantasías e impulsos primarios son vividos como negativos y quedan reprimidos en el inconsciente, pero igualmente intensos, con la posibilidad de ser revividos en relaciones o situaciones futuras.
Freud descubre que estas emociones destructivas (celos, cólera, envidia, etc) son reprimidas porque le ocasionan un conflicto a la conciencia moral, la persona se percibe a sí misma con características condenables, desvalorizantes produciéndole angustia. El aparato psíquico toma como solución la represión de estos deseos y emociones. La represión no resuelve el conflicto, sino que lo elude, lo posterga y proyecta al futuro pudiendo generar síntomas.
Justamente el objetivo de la técnica creada por Freud es desenterrar lo oculto, hacer conciente lo inconsciente, a través de un método basado en la palabra: que el paciente hable y asocie sobre aquello que siente. El trabajo es que el paciente pueda reconocer lo que fue rechazado de sí mismo y que está presente en sus conductas aunque no lo reconozca.
Este método a través de la palabra libera la energía que estaba atrapada, que se utilizaba en negar los aspectos ocultos, no aceptables. De esta forma, la energía queda libre a disposición de la persona.
El psicoanálisis por teoría y método se acerca a los contenidos de la casa IV y VIII, ya que en la primera recoge las vivencias de la infancia y en el segundo, el método trabaja desenterrando lo oculto o reprimido, tratando de resolver el conflicto entre partes de la persona.

Al inaugurar el concepto de Inconsciente dentro del pensamiento occidental, el psicoanálisis freudiano, por su teoría y por su método, se ocupa de los contenidos que la astrología denomina de Casa IV y de Casa VIII.

Freud plantea fundamentalmente un trabajo sobre la Casa IV, ya que implica indagar los condicionamientos infantiles, la poderosa influencia de los primeros años en el psiquismo del niño y en la construcción de la identidad. Freud descubre que luego estas determinaciones permanecen ocultas, reprimidas y actúan automáticamente. La propuesta del psicoanálisis es hacer conciente hasta poder verbalizar esos mecanismos, el origen de ciertas conductas, para poder tener la posibilidad de modificarlas o simplemente aceptarlas. Freud trabaja con los contenidos emocionales que se activan en esas primeras etapas en el vínculo fundamental entre el niño y sus padres, profundizando especialmente en el Complejo de Edipo como arquetipo de la cultura occidental.
El trabajar con los contenidos de la Casa IV es importante para desenterrar los primeros vínculos de la vida y ver cómo el pasado se reactualiza inconscientemente en nuestra vida presente y sigue condicionando nuestra mirada del mundo. El trabajo sobre nuestro inconsciente personal permite mayor conocimiento de sí mismo.
La Casa IV puede entonces asociarse al concepto de Inconsciente freudiano, que es histórico, personal, y tiene que ver con las experiencias infantiles en el medio familiar exclusivamente.
Freud llama la atención sobre la importancia de la realidad psíquica de una persona, es decir de la vivencia que tiene el niño de aquellas figuras, de aquel ambiente, más allá de la realidad objetiva o el hecho concreto. Es la vivencia emocional la que tiñe nuestra percepción de la realidad. Freud instala el concepto de realidad psíquica, dándole mayor relevancia que la realidad objetiva, oponiéndose al pensamiento científico de su época. Desde nuestra mirada astrológica, esto se vincula con la evidencia de que las casas de agua no refieren a la realidad objetiva, sino a la realidad psíquica.

Además Freud plantea un método en donde se pueden traer al presente y visualizar esos mecanismos ocultos, originados en el pasado, en la infancia y que permanecen en el inconsciente (origen de casa IV). Entonces se los repite y actualiza en la relación con el terapeuta. En el tratamiento se precipitan estos contenidos inconscientes y se intenta aceptarlos con la ayuda de esta relación terapéutica. Freud dice que no se puede “juzgar en ausencia”, es decir no se puede trabajar sobre las pulsiones y deseos del inconsciente, sobre lo oculto, si no se lo trae a la luz. Al manifestarse aspectos desconocidas de uno mismo, se presentan conflictos internos, hay una lucha entre el yo y otros aspectos rechazados por el yo. Si bien el trabajo del psicoanálisis se centra sobre los contenidos de la casa IV el método desarrollado a este fin es de la casa VIII.
¿Dónde aparecen los contenidos de la casa XII en el esquema freudiano?
Freud tematiza el inconciente histórico y personal, por lo cual la casa XII -energías transpersonales, arquetipos del inconsciente colectivo, vivencias de ampliación de la conciencia, conexión con la totalidad- queda excluida. Toda experiencia que remitiera a lo místico o a la percepción extraordinaria era remitida a estados de psicosis o a una proyección de contenidos internos o personales. Por lo tanto, la casa XII quedaría por fuera del campo de pensamiento freudiano, ya que Freud trabaja sólo en el plano personal e interpersonal. Freud conceptualizó estas experiencias como una regresión del individuo a estados de indiferenciación, oceánicos, que él vinculó con los estados intrauterinos, regresivos, donde el yo pierde sus fronteras. Lo que él pudo detectar en la clínica es cómo el contacto con esta energía puede desestructurar a las personas, pero no pudo conceptualizarlo como estados no habituales de conexión con lo numínico o la totalidad.
Freud no plantea la posibilidad de acceder a esta experiencia como un camino de evolución del ser que busca una trascendencia espiritual más allá del ego. Para Freud, no existe la pulsión de trascendencia, él entiende la vida en términos de lucha y conflicto. De esta forma, la mirada freudiana obtura el acceso a la casa XII.
Siendo Freud un exponente del paradigma de su época, mecanicista materialista y positivista, hace hincapié en la dimensión personal dejando sin conceptuar las energías transpersonales, ya que el misterio quedaba por fuera de la explicación racional. Cuando su discípulo Jung empezó a investigar otras realidades, Freud lo instaba a desistir para defender la doctrina del psicoanálisis denominando estas experiencias como “ la oscura avalancha del ocultismo”.

Como conclusión, relacionando los contenidos de este trabajo con la carta natal de Freud , observamos que su pensamiento teórico, sus hipótesis acerca del aparato psíquico, son la expresión de sus propias energías. Su pensamiento revolucionario para la época (Sol conjunción Urano), su interés por lo oculto y lo desconocido (Saturno y Luna en casa VIII), el conflicto y su análisis (Ascendente Escorpio), ponerle palabra a los contenidos inconcientes (Luna en Géminis), son algunos de los puntos tomados en cuenta en nuestro análisis.

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